Doctorado a los emprendedores en Internet
El pasado día 5 de noviembre recibí el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Camilo José Cela. Un título que me llena de orgullo, sobre todo porque no lo siento como propio, sino como un reconocimiento a todos los que nos hemos dejado los cuernos en esto de internet y las nuevas tecnologías a lo largo de los últimos 10 años.
Aquí está el texto íntegro de mi discurso.
Señora Doña Cristina Garmendia, Ministra de Ciencia e Innovación del Gobierno de España
Señor Don Rafael Cortes Elvira, Rector Magnífico de la Universidad Camilo José Cela
Señor Don Felipe Segovia, Presidente de la Universidad camilo José Cela
Señora Doña Nieves Segovia, Presidenta de la Institución Educativa SEK
Señor Don José Luís Delso, Secretario General de la Universidad Camilo José Cela
Señores Vicerrectores, Autoridades civiles y académicas, papá, mamá, familia, amigos y amigas todos;
Quisiera comenzar mi intervención destacando el gran progreso de las nuevas tecnologías que han permitido algo tan poco probable hace algunos años como que dos disléxicos a los que le gusta leer pero les cuesta un gran trabajo, reciban tan alta distinción académica como este título de Doctor Honoris Causa.
Pero la verdadera razón por la que estoy aquí delante de vosotros son tres fenómenos fundamentales que no solo han dado forma a mi carrera profesional, si no que son también los pilares necesarios de cualquier reactivación económica y creación de riqueza estable en las economías del siglo XXI.
Estos tres elementos fundamentales son La Revolución Digital, La innovación tecnológica y el espíritu emprendedor. Me gustaría a lo largo de los próximos minutos reflexionar con vosotros acerca de porqué estos fenómenos son tan importante y estructurales.
La Revolución Digital es probablemente uno de los fenómenos más importantes de la historia de la humanidad. La posibilidad de la transformación de la información (el sonido, el texto, las imágenes, los cálculos) en ceros y unos, código binario que las máquinas almacenan, procesan y comunican a velocidades instantáneas está produciendo cambios de dimensiones nunca conocidas en la historia de la humanidad. Esta revolución digital tiene cuatro pilares fundamentales que le dan forma: la capacidad de proceso de los ordenadores, la capacidad de almacenamiento de información, el cauce de comunicación o el ancho de banda, y los puntos de acceso a la red, ordenadores, televisiones, móviles o cualquier dispositivo conectado.
Estos 4 elementos en los que se fundamenta la revolución digital han evolucionado a un ritmo exponencial en los últimos 25 años y lo seguirán haciendo a velocidades vertiginosas en los próximos tiempos. Para poner de manifiesto este cambio me gustaría compartir con vosotros algunos números. En los 25 años que han pasado desde que mis padres me regalaron mi primer ordenador, teniendo yo 13 años, y el día de hoy con mi sofisticada vida en el cloud computing, la velocidad de proceso de los ordenadores se ha multiplicado por 3.500 veces, y al mismo tiempo el precio de la memoria de disco duro se ha reducido 3.600.000 veces. ¿Os imagináis cambios de estas dimensiones en cualquier otra industria? Si el precio de la gasolina hubiese disminuido en estos últimos 25 años al mismo ritmo que el precio de la memoria de disco duro, con lo que costaba un litro de gasolina comprado entonces sería posible hoy dar 4.323 vueltas a la tierra.
La revolución digital no solo está produciendo una manera distinta con la que relacionarnos con nuestro entorno, sino que lo hace a un ritmo vertiginoso en la mayoría de las ocasiones muy superior a nuestra capacidad de entenderlo.
Y esto me lleva al segundo fenómeno del que os quería hablar hoy: La innovación tecnológica. La Revolución Digital está produciendo que absolutamente todos los sectores de nuestras economías, todos los modelos de negocio, tengan que adaptarse y evolucionar. Abre un campo de oportunidades extraordinarias para nuevas formas de pensar, impone la necesidad de la innovación. Empresas como Google, Twitter, Facebook, Tuenti o idealista, nunca podrían haber sido posible sin los cambios que impone la revolución digital y el ritmo de esos cambios. Solo aquellos que entienden las últimas consecuencias de estos cambios tecnológicos son capaces de innovar. Google no fue el primer buscador en Internet, pero sí el que entendió que se podía organizar la información de manera distinta y más eficaz; Facebook y Tuenti no fueron las primeras redes sociales, pero sí las primeras que entendieron que la tecnología permitía una nueva y más cómoda forma de mantener en contacto a la gente que se conoce; idealista no fue el primer buscador inmobiliario, pero sí el primero que supo cómo utilizar la tecnología para acabar con la frustración de buscar casa.
Nos empeñamos en seguir aplicando paradigmas antiguos a nuevas necesidades y nuevas tecnologías. Cuando abres tu forma de pensar a la solución de viejos problemas a través del poder de las nuevas tecnologías que la revolución digital nos permite, la innovación produce revolucionarios nuevos modelos de negocio con magníficas creaciones de riqueza: Google vale casi 200.000 millones de dólares en bolsa y Facebook tiene una valoración de 25.000 millones de dólares.
Y esta innovación no sería posible sin mi tercer elemento, el espíritu emprendedor. Creo que la Revolución Digital y la innovación que de ella se deriva son un caldo de cultivo muy fecundo para crear empresas. La tecnología permite crear algo extraordinariamente grande, muy rápido y con muy poco. En tan solo diez años dos estudiantes de Standford han creado un servicio llamado Google en el que se contestan más 2.500 millones de preguntas al día, en Facebook se conectan todos los días más de 500 millones de personas. Nunca antes había sido posible crear algo tan grande de forma tan rápida. Yo lo he vivido personalmente a través de idealista donde en apenas 5 años nos convertimos en la plataforma inmobiliaria más importante de España, o con Tuenti donde en apenas 3 años conseguimos hacernos con la audiencia adolescente de este país. Montar una empresa con posibilidades de convertirse en algo grande, nunca había sido más fácil y con mayores probabilidades de éxito. Internet democratiza, desintermedia y desubica; hace que llegue muy lejos lo que está cerca y nos trae cerca lo que está lejos, que David pueda con Goliat, que las grandes compañías discográficas pierdan su poder ante un artista independiente salido de YouTube, que las grandes cabeceras de periódico pierdan su poder ante un bloguero incómodo, o que una gran compañía de telefonía tengan que comprar una red social para poder competir entre los adolescentes. Aún quedan enormes problemas por solucionar: la educación, la integración del pequeño comercio tradicional en el ecommerce, la desintermediación bancaria a través de la red, la generación de energía limpia y barata, el transporte seguro… Esto no ha hecho más que empezar, existe un abanico enorme de oportunidades donde Internet y las nuevas tecnologías aún no han irrumpido como deberían, y serán dos estudiantes que ahora tienen 19 años y están aún estudiando la carrera los que utilizando estas nuevas tecnologías y bajo las condiciones necesarias creen esas nuevas grandes empresas que seguirán cambiando industrias y modelos de negocio. El Espíritu Emprendedor es el motor de todo cambio y cómo tal hay que entenderlo y cuidarlo.
Estos 3 fenómenos la Revolución Digital, La Innovación y El espíritu emprendedor, uno consecuencia del anterior son probablemente el mejor secreto para una reactivación económica y una creación de riqueza sostenible. Instituciones, organizaciones y sociedad civil deberían concentrar todo su esfuerzo en fomentar esta extraordinaria y única cadena de valor. Alinear recursos y esfuerzos en ayudar a la promoción de la tecnología, la creatividad de la innovación y la creación y expansión de empresas españolas es sin duda lo mejor que podemos hacer en estos momentos.
Estoy convencido de que si hacemos esto y lo hacemos bien podremos ver cómo pequeñas y medianas empresas tecnológicas españolas podrán estar a la cabeza de la vanguardia de este cambio tecnológico a nivel mundial. Está en nuestras manos hacerlo realidad.
Muchas gracias.
Aquí está el texto íntegro de mi discurso.
Señora Doña Cristina Garmendia, Ministra de Ciencia e Innovación del Gobierno de España
Señor Don Rafael Cortes Elvira, Rector Magnífico de la Universidad Camilo José Cela
Señor Don Felipe Segovia, Presidente de la Universidad camilo José Cela
Señora Doña Nieves Segovia, Presidenta de la Institución Educativa SEK
Señor Don José Luís Delso, Secretario General de la Universidad Camilo José Cela
Señores Vicerrectores, Autoridades civiles y académicas, papá, mamá, familia, amigos y amigas todos;
Quisiera comenzar mi intervención destacando el gran progreso de las nuevas tecnologías que han permitido algo tan poco probable hace algunos años como que dos disléxicos a los que le gusta leer pero les cuesta un gran trabajo, reciban tan alta distinción académica como este título de Doctor Honoris Causa.
Pero la verdadera razón por la que estoy aquí delante de vosotros son tres fenómenos fundamentales que no solo han dado forma a mi carrera profesional, si no que son también los pilares necesarios de cualquier reactivación económica y creación de riqueza estable en las economías del siglo XXI.
Estos tres elementos fundamentales son La Revolución Digital, La innovación tecnológica y el espíritu emprendedor. Me gustaría a lo largo de los próximos minutos reflexionar con vosotros acerca de porqué estos fenómenos son tan importante y estructurales.
La Revolución Digital es probablemente uno de los fenómenos más importantes de la historia de la humanidad. La posibilidad de la transformación de la información (el sonido, el texto, las imágenes, los cálculos) en ceros y unos, código binario que las máquinas almacenan, procesan y comunican a velocidades instantáneas está produciendo cambios de dimensiones nunca conocidas en la historia de la humanidad. Esta revolución digital tiene cuatro pilares fundamentales que le dan forma: la capacidad de proceso de los ordenadores, la capacidad de almacenamiento de información, el cauce de comunicación o el ancho de banda, y los puntos de acceso a la red, ordenadores, televisiones, móviles o cualquier dispositivo conectado.
Estos 4 elementos en los que se fundamenta la revolución digital han evolucionado a un ritmo exponencial en los últimos 25 años y lo seguirán haciendo a velocidades vertiginosas en los próximos tiempos. Para poner de manifiesto este cambio me gustaría compartir con vosotros algunos números. En los 25 años que han pasado desde que mis padres me regalaron mi primer ordenador, teniendo yo 13 años, y el día de hoy con mi sofisticada vida en el cloud computing, la velocidad de proceso de los ordenadores se ha multiplicado por 3.500 veces, y al mismo tiempo el precio de la memoria de disco duro se ha reducido 3.600.000 veces. ¿Os imagináis cambios de estas dimensiones en cualquier otra industria? Si el precio de la gasolina hubiese disminuido en estos últimos 25 años al mismo ritmo que el precio de la memoria de disco duro, con lo que costaba un litro de gasolina comprado entonces sería posible hoy dar 4.323 vueltas a la tierra.
La revolución digital no solo está produciendo una manera distinta con la que relacionarnos con nuestro entorno, sino que lo hace a un ritmo vertiginoso en la mayoría de las ocasiones muy superior a nuestra capacidad de entenderlo.
Y esto me lleva al segundo fenómeno del que os quería hablar hoy: La innovación tecnológica. La Revolución Digital está produciendo que absolutamente todos los sectores de nuestras economías, todos los modelos de negocio, tengan que adaptarse y evolucionar. Abre un campo de oportunidades extraordinarias para nuevas formas de pensar, impone la necesidad de la innovación. Empresas como Google, Twitter, Facebook, Tuenti o idealista, nunca podrían haber sido posible sin los cambios que impone la revolución digital y el ritmo de esos cambios. Solo aquellos que entienden las últimas consecuencias de estos cambios tecnológicos son capaces de innovar. Google no fue el primer buscador en Internet, pero sí el que entendió que se podía organizar la información de manera distinta y más eficaz; Facebook y Tuenti no fueron las primeras redes sociales, pero sí las primeras que entendieron que la tecnología permitía una nueva y más cómoda forma de mantener en contacto a la gente que se conoce; idealista no fue el primer buscador inmobiliario, pero sí el primero que supo cómo utilizar la tecnología para acabar con la frustración de buscar casa.
Nos empeñamos en seguir aplicando paradigmas antiguos a nuevas necesidades y nuevas tecnologías. Cuando abres tu forma de pensar a la solución de viejos problemas a través del poder de las nuevas tecnologías que la revolución digital nos permite, la innovación produce revolucionarios nuevos modelos de negocio con magníficas creaciones de riqueza: Google vale casi 200.000 millones de dólares en bolsa y Facebook tiene una valoración de 25.000 millones de dólares.
Y esta innovación no sería posible sin mi tercer elemento, el espíritu emprendedor. Creo que la Revolución Digital y la innovación que de ella se deriva son un caldo de cultivo muy fecundo para crear empresas. La tecnología permite crear algo extraordinariamente grande, muy rápido y con muy poco. En tan solo diez años dos estudiantes de Standford han creado un servicio llamado Google en el que se contestan más 2.500 millones de preguntas al día, en Facebook se conectan todos los días más de 500 millones de personas. Nunca antes había sido posible crear algo tan grande de forma tan rápida. Yo lo he vivido personalmente a través de idealista donde en apenas 5 años nos convertimos en la plataforma inmobiliaria más importante de España, o con Tuenti donde en apenas 3 años conseguimos hacernos con la audiencia adolescente de este país. Montar una empresa con posibilidades de convertirse en algo grande, nunca había sido más fácil y con mayores probabilidades de éxito. Internet democratiza, desintermedia y desubica; hace que llegue muy lejos lo que está cerca y nos trae cerca lo que está lejos, que David pueda con Goliat, que las grandes compañías discográficas pierdan su poder ante un artista independiente salido de YouTube, que las grandes cabeceras de periódico pierdan su poder ante un bloguero incómodo, o que una gran compañía de telefonía tengan que comprar una red social para poder competir entre los adolescentes. Aún quedan enormes problemas por solucionar: la educación, la integración del pequeño comercio tradicional en el ecommerce, la desintermediación bancaria a través de la red, la generación de energía limpia y barata, el transporte seguro… Esto no ha hecho más que empezar, existe un abanico enorme de oportunidades donde Internet y las nuevas tecnologías aún no han irrumpido como deberían, y serán dos estudiantes que ahora tienen 19 años y están aún estudiando la carrera los que utilizando estas nuevas tecnologías y bajo las condiciones necesarias creen esas nuevas grandes empresas que seguirán cambiando industrias y modelos de negocio. El Espíritu Emprendedor es el motor de todo cambio y cómo tal hay que entenderlo y cuidarlo.
Estos 3 fenómenos la Revolución Digital, La Innovación y El espíritu emprendedor, uno consecuencia del anterior son probablemente el mejor secreto para una reactivación económica y una creación de riqueza sostenible. Instituciones, organizaciones y sociedad civil deberían concentrar todo su esfuerzo en fomentar esta extraordinaria y única cadena de valor. Alinear recursos y esfuerzos en ayudar a la promoción de la tecnología, la creatividad de la innovación y la creación y expansión de empresas españolas es sin duda lo mejor que podemos hacer en estos momentos.
Estoy convencido de que si hacemos esto y lo hacemos bien podremos ver cómo pequeñas y medianas empresas tecnológicas españolas podrán estar a la cabeza de la vanguardia de este cambio tecnológico a nivel mundial. Está en nuestras manos hacerlo realidad.
Muchas gracias.