¿Quieres ser mi amigo?
Tim O’Reilly acuñó en 2004 el concepto de la Web 2.0. Con ello quiso definir la nueva generación de productos de Internet que, sobreviviendo a la explosión de la burbuja de Internet del 2000 tienen su éxito en la colaboración activa de los usuarios. Flickr le gana la mano a Ofoto, Wikipedia a Encarta, Blogger a Geocities y la máquina turca de Amazon a las legiones de editores de Yahoo. La interacción entre los usuarios se convierte en una pieza fundamental. Y es que se demuestra que la voluntad de los usuarios por crear valor colectivamente es muy superior al mejor de los esfuerzos individuales. Internet pasa de ser una herramienta de acceso a información a ser una plataforma de colaboración.
Al calor de esta nueva generación de servicios web “colaborativos” comienzan a aparecer compañías como Ryze (2001), Friendster (2002), Hi5, Linkedin y MySpace (2003), Facebook (2004) y Tuenti (2006) en España: herramientas que gestionan la relación online entre los usuarios. La tecnología permite recrear “el mapa” de tus relaciones sociales y compartir todo tipo de información: dónde estás, qué haces, qué escuchas, qué compras. Estas herramientas vienen a denominarse Redes Sociales pues replican en Internet los vínculos, las redes, que tenemos en nuestras vidas. En poco tiempo se convierten en fenómenos en sí mismos. MySpace es en 2006 la página más visitada en Estados Unidos, por delante de Google o Yahoo.
Son varios los elementos que determinan el éxito de una red social: (1) el tamaño de la red, si el valor está en compartir información, cuantos más amigos participen en la red mejor (2) la veracidad de las relaciones y perfiles. De nada sirve una red de perfiles falsos y contactos ficticios. (3) la gestión de la privacidad. Como en el mundo físico, los usuarios quieren estar en control de quién sabe qué. Nadie quiere contar todo a todo el mundo.
Si la colaboración de los usuarios en la creación de valor en Internet es estructural, la gestión de la relación entre esos usuarios se convierte en imprescindible. Cuando buscas un restaurante, la opinión de tus amigos es fundamental; si haces fotos, lo que opinen tus amigos los buenos fotógrafos es importante; si te gusta la moda, saber dónde se ha comprado sus últimos pantalones tu amigo el diseñador es un dato importante.
Y aquí es donde aparece el problema. El usuario tiene que replicar su “mapa social” en todos y cada uno de los servicios 2.0: la búsqueda de trabajo, restaurantes, viajes, moda, música, etc. Es este problema el que Facebook intentó solucionar el año pasado con el lanzamiento de su plataforma de aplicaciones. Crear una columna vertebral que permita sindicar un solo mapa de relaciones sociales con cualquier producto o servicio que pueda necesitarlo. La aplicación OpenSocial de Google y la plataforma de MySpace son respuestas que intentan solucionar este mismo problema.
Creo que estamos en los albores de la aplicación de las nuevas tecnologías a la gestión de nuestras relaciones sociales. Estoy convencido de que en algunos años tendremos nuevas soluciones que gestionarán la comunicación con la gente que conocemos de forma muy eficiente. La pregunta fundamental y el comienzo de todo seguirá siendo: ¿quieres ser mi amigo? :)
Artículo publicado en CincoDías el 7 de marzo de 2008
Al calor de esta nueva generación de servicios web “colaborativos” comienzan a aparecer compañías como Ryze (2001), Friendster (2002), Hi5, Linkedin y MySpace (2003), Facebook (2004) y Tuenti (2006) en España: herramientas que gestionan la relación online entre los usuarios. La tecnología permite recrear “el mapa” de tus relaciones sociales y compartir todo tipo de información: dónde estás, qué haces, qué escuchas, qué compras. Estas herramientas vienen a denominarse Redes Sociales pues replican en Internet los vínculos, las redes, que tenemos en nuestras vidas. En poco tiempo se convierten en fenómenos en sí mismos. MySpace es en 2006 la página más visitada en Estados Unidos, por delante de Google o Yahoo.
Son varios los elementos que determinan el éxito de una red social: (1) el tamaño de la red, si el valor está en compartir información, cuantos más amigos participen en la red mejor (2) la veracidad de las relaciones y perfiles. De nada sirve una red de perfiles falsos y contactos ficticios. (3) la gestión de la privacidad. Como en el mundo físico, los usuarios quieren estar en control de quién sabe qué. Nadie quiere contar todo a todo el mundo.
Si la colaboración de los usuarios en la creación de valor en Internet es estructural, la gestión de la relación entre esos usuarios se convierte en imprescindible. Cuando buscas un restaurante, la opinión de tus amigos es fundamental; si haces fotos, lo que opinen tus amigos los buenos fotógrafos es importante; si te gusta la moda, saber dónde se ha comprado sus últimos pantalones tu amigo el diseñador es un dato importante.
Y aquí es donde aparece el problema. El usuario tiene que replicar su “mapa social” en todos y cada uno de los servicios 2.0: la búsqueda de trabajo, restaurantes, viajes, moda, música, etc. Es este problema el que Facebook intentó solucionar el año pasado con el lanzamiento de su plataforma de aplicaciones. Crear una columna vertebral que permita sindicar un solo mapa de relaciones sociales con cualquier producto o servicio que pueda necesitarlo. La aplicación OpenSocial de Google y la plataforma de MySpace son respuestas que intentan solucionar este mismo problema.
Creo que estamos en los albores de la aplicación de las nuevas tecnologías a la gestión de nuestras relaciones sociales. Estoy convencido de que en algunos años tendremos nuevas soluciones que gestionarán la comunicación con la gente que conocemos de forma muy eficiente. La pregunta fundamental y el comienzo de todo seguirá siendo: ¿quieres ser mi amigo? :)
Artículo publicado en CincoDías el 7 de marzo de 2008