La magia de la Competencia
La reciente recesión económica ha puesto de manifiesto importantes deficiencias en el sistema económico del capitalismo, pero no por ello deben olvidarse sus provechosas virtudes. Las economías de mercado, debidamente reguladas, tienen enormes beneficios, y quizá el más importante es el de la libre interacción de la oferta y la demanda, fijando el muy útil instrumento del precio, que no solo sirve para el intercambio organizado de bienes y servicios, sino para informar a los agentes de esos mercados de excesos o carestías en función de su variación.
Uno de los efectos derivados de esas interacción de oferta y demanda que a mí más me fascina es la dinámica de la Competencia; y en el sector de las nuevas tecnologías esta dinámica es la mar de interesante. Cuando alguien tiene una brillante idea y hace de ella un innovador modelo de negocio, esa persona tiene la gran suerte de poder fijar el precio que piensa es más adecuado. Generalmente la demanda es lo suficientemente elástica para aceptar un precio que produce importantes beneficios para el inventor. Pronto esos suculentos beneficios atraen el interés de otros productores que intentan hacer algo similar convirtiéndose en competidores; esta competencia crea un exceso de oferta que hace que los precio se reduzcan hasta que el efecto llamada desaparece. La competencia tiene el gran beneficio de contribuir no solo a la mejora de la calidad del producto, sino también a presionar los precios hacia abajo haciendo que los productores optimicen sus gestiones. La luna de miel del innovador tiende a durar relativamente poco si el invento demuestra tener éxito. Esto lo hemos visto en industrias como el automóvil, los electrodomésticos y ordenadores personales por ejemplo.
Si eres capaz de crear barreras de entrada potentes, la réplica de tu modelo de negocio es complicada y te aseguras la protección de los amplios márgenes y suculentos beneficios, poniéndoselo muy complicado a la competencia. Pocas veces en la historia se han conseguido crear, de forma no impuesta por la ley, estas barreras de entrada. Hay algo intrínseco a las industrias de software e Internet que hace que estas barreras de entrada sean muchas veces parte necesaria del propio modelo de negocio: cuanto más extendido está el uso de un sistema operativo, más valor tiene como sistema operativo y a su vez más difícil se lo pone al nuevo que quiera intentarlo; cuanto más se busca con un buscador más información tiene ese buscador para dar mejores resultados en la siguiente búsqueda; cuantos más anuncios se pongan en un portal inmobiliario más sentido tiene que venga más gente a buscar a ese portal, y a su vez más sentido tendrá que se pongan aún más anuncios; cuanta más gente haya en una red social más sentido tiene que yo forme parte de ella pues encontraré a todos mis amigos, y al formar yo parte contribuyo a que la red tenga más valor aún. Las economías de escalas son no solo el secreto del éxito en la industria del software e Internet, sino la garantía de la creación de importantes barreras de entrada que protegen amplios beneficios.
Sin embargo, dado el rapidísimos ritmo de innovación en esos sectores, esas hegemonías son fácilmente abatibles por cambios disruptivos en la propia tecnología, haciendo que la competencia no venga de alguien que hace algo similar a ti, sino de alguien que hace algo mucho mejor a través de una nueva tecnología. Y estos cambios suceden a una velocidad cada vez mayor. La competencia en Internet también existe, es buena y nos fuerza a todos a no perder el tren de los cambios tecnológicos.
Artículo publicado en CincoDías el 31 de julio de 2009
Uno de los efectos derivados de esas interacción de oferta y demanda que a mí más me fascina es la dinámica de la Competencia; y en el sector de las nuevas tecnologías esta dinámica es la mar de interesante. Cuando alguien tiene una brillante idea y hace de ella un innovador modelo de negocio, esa persona tiene la gran suerte de poder fijar el precio que piensa es más adecuado. Generalmente la demanda es lo suficientemente elástica para aceptar un precio que produce importantes beneficios para el inventor. Pronto esos suculentos beneficios atraen el interés de otros productores que intentan hacer algo similar convirtiéndose en competidores; esta competencia crea un exceso de oferta que hace que los precio se reduzcan hasta que el efecto llamada desaparece. La competencia tiene el gran beneficio de contribuir no solo a la mejora de la calidad del producto, sino también a presionar los precios hacia abajo haciendo que los productores optimicen sus gestiones. La luna de miel del innovador tiende a durar relativamente poco si el invento demuestra tener éxito. Esto lo hemos visto en industrias como el automóvil, los electrodomésticos y ordenadores personales por ejemplo.
Si eres capaz de crear barreras de entrada potentes, la réplica de tu modelo de negocio es complicada y te aseguras la protección de los amplios márgenes y suculentos beneficios, poniéndoselo muy complicado a la competencia. Pocas veces en la historia se han conseguido crear, de forma no impuesta por la ley, estas barreras de entrada. Hay algo intrínseco a las industrias de software e Internet que hace que estas barreras de entrada sean muchas veces parte necesaria del propio modelo de negocio: cuanto más extendido está el uso de un sistema operativo, más valor tiene como sistema operativo y a su vez más difícil se lo pone al nuevo que quiera intentarlo; cuanto más se busca con un buscador más información tiene ese buscador para dar mejores resultados en la siguiente búsqueda; cuantos más anuncios se pongan en un portal inmobiliario más sentido tiene que venga más gente a buscar a ese portal, y a su vez más sentido tendrá que se pongan aún más anuncios; cuanta más gente haya en una red social más sentido tiene que yo forme parte de ella pues encontraré a todos mis amigos, y al formar yo parte contribuyo a que la red tenga más valor aún. Las economías de escalas son no solo el secreto del éxito en la industria del software e Internet, sino la garantía de la creación de importantes barreras de entrada que protegen amplios beneficios.
Sin embargo, dado el rapidísimos ritmo de innovación en esos sectores, esas hegemonías son fácilmente abatibles por cambios disruptivos en la propia tecnología, haciendo que la competencia no venga de alguien que hace algo similar a ti, sino de alguien que hace algo mucho mejor a través de una nueva tecnología. Y estos cambios suceden a una velocidad cada vez mayor. La competencia en Internet también existe, es buena y nos fuerza a todos a no perder el tren de los cambios tecnológicos.
Artículo publicado en CincoDías el 31 de julio de 2009